martes, 17 de abril de 2012

El descubrimiento de un niño salvaje

El chico apenas llegaría a rondar los doce o trece años. Su estatura, corta para esa edad, no sobrepasaba el metro treinta. Era de constitución delgada y su rostro contenía distintas cicatrices de pequeño tamaño. Sus ojos eran negros y hundidos, las pestañas largas, el cabello castaño y la nariz se asomaba prolongada y puntiaguda. Apenas lo cubría una prenda que en otro tiempo debió ser reconocible y por la actitud que mostraba parecía algo desorientado y distante. Fue en ese preciso momento, cuando la vida de nuestro protagonista cambió para siempre, pasando de la libertad y el aislamiento de los bosques de Aveyron, donde había vivido en estado salvaje, a la cautividad y compañía de los hombres en sociedad. Eran las 7 de la mañana del 8 de enero de 1800 y comenzaba una nueva etapa en la educación del hombre.

Pronto la noticia corrió de boca en boca y todo el mundo se acercó a ver a ese niño, del que decían, era un salvaje. El comisario local confirmó que era mudo, sin embargo  a las dos semanas lograba emitir distintos sonidos. No gustaba de las ropas que le ponían y se las arrancaba apresuradamente. Al principio prefería dormir en el suelo, pero poco a poco fue adquiriendo el hábito de hacerlo en una cama. No probaba bocado sin antes haberlo olfateado y su alimento preferido eran las patatas y las nueces. Pero todo esto no era suficiente para compensar la pérdida de libertad, así que aprovechaba cualquier instante para fugarse.

Numerosos científicos se interesaron por el caso y ansiaban observarlo tan pronto como fuera posible por lo que fue trasladado a París seis meses después de su captura. El niño de Aveyron se ofrecía como una oportunidad única para poder establecer, de una vez por todas, los orígenes del conocimiento humano y el lenguaje. Mediante una adecuada observación y entrenamiento  se podrían clarificar cuáles eran los rasgos definitorios del hombre, su equipaje desde el nacimiento y la importancia del medio en su desarrollo. 

O eso pensaban...